01/02/2013

China endurece sus medidas para quienes no paguen a sus trabajadores.

El pasado miércoles 23 de enero se hizo oficial la sentencia judicial que tipifica como delito los impagos de las empresas hacia los trabajadores chinos de sus fábricas y comercios.  Esta decisión del Tribunal Supremo de China, ha sido tomada a partir de una enmienda a la ley Penal del año 2011.

Desde este momento, quienes incumplan las normas mínimas serán castigados con penas administrativas e incluso con prisión en condenas de siete años. Todo aquel que no pague regularmente, que amenace a sus empleados con castigos a veces hasta físicos, y que perjudique el bienestar y la educación o la salud de éstos, será sancionado por la nueva decisión judicial.

También se especifican en esta ley otros incumplimientos, menos graves, pero que también llevarán consigo la correspondiente sanción y condena de tres años penitenciarios. No solo los salarios mensuales serán objeto de este endurecimiento de la legislación, también todo lo referente a las horas extras y pagos de bonos.

Todas estas medidas vienen a raíz de la explotación y de las malas condiciones a las que someten los dueños de algunas fábricas a sus trabajadores. Es por eso, que muchos jóvenes chinos, en especial los que acaban de finalizar sus estudios en una universidad o centro de estudios superiores, no están dispuestos a trabajar en este tipo de industrias.

En la mayoría de los casos, los estudiantes chinos no consideran este tipo de empleos como correspondientes a su status o nivel, factor muy importante para las familias del país asiático. Prefieren adaptar su horario de estudios con otras ocupaciones a tiempo parcial que les aseguren un mínimo de ingresos para poder satisfacer sus necesidades, en vez de aceptar trabajos de jornada completa que n siquiera les reporten un salario suficiente.

En China, como en España, existe un fenómeno de envejecimiento poblacional, unido a que los jóvenes cada vez finalizan sus estudios más tarde, por lo que viven en casa de sus padres y abuelos hasta que tienen mucha más edad. Esto se traduce en que las industrias y las empresas que necesitan trabajadores jóvenes para realizar tareas manuales, no encuentran población activa suficiente para emplear en sus instalaciones.

Todo esto tiene como consecuencia un enorme desajuste en las estructuras económicas y laborales del país. Mientras las fábricas necesitan más gente, el número de titulados universitarios sin trabajo va en aumento, con una tasa de paro mucho mayor que los estudiantes que no han pasado de la formación básica o primaria.

Otro factor a tener en cuenta es que la mayoría de carreras universitarias en China están orientadas a las relaciones públicas y comerciales, y no tanto a las ingenierías y trabajos más técnicos.

En definitiva, las reformas en el sistema universitario representan un importante desafío para el gobierno chino. Pero aún es mayor el reto que constituye la mejora de las condiciones laborales de la población, especialmente de los trabajadores migrantes y de los jóvenes, ya que al fin y al cabo, gran parte del crecimiento económico del país se encuentra en sus manos.

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