26/06/2013

Repercusiones y futuro de la desaceleración en China.

Desde hace un tiempo, China viene sufriendo un periodo de desaceleración que parece hacer tambalearse tanto a su economía como al resto del mundo. La segunda potencia del planeta está atravesando algunas dificultades que hacen plantearse a los economistas y expertos cuál será el futuro y cuáles serán las posibles soluciones que se deben tomar.

Durante los cuatro primeros meses de este año, el PIB chino tan sólo ha alcanzado un 7,7%. Este porcentaje es notablemente más bajo que el esperado tanto por el gobierno como por los analistas y organismos internacionales. Según las previsiones oficiales actuales, el crecimiento solo llegará hasta un 7,75 este año, y el FMI las ha reducido aún más tras publicarse los últimos datos, situando el PIB en un 7,5% interanual.

El gobierno chino continúa trabajando para encontrar medidas que mejoren esta situación. La mayoría son las relativas a la restricción del crédito, aunque también está poniendo en marcha reformas más concretas y estructurales. A pesar de esto, el crecimiento para el año que viene, el 2014, seguirá siendo lento según los analistas. De hecho, será el PIB más bajo de los últimos quince años, y sólo llegará hasta un 6%, pudiendo ser incluso menor.

Pero, tal y como afirman determinados expertos como Arthur Kroeber, la situación tampoco es tan catastrófica como apuntan algunos agentes internacionales, como los bancos y otras entidades financieras. Tras los datos de la desaceleración, algunos aseguran que existe un gran riesgo fiscal o de crisis crediticia, como la que comenzó a escala global durante el año 2008. Sin embargo, por el momento esto no tendría porque suceder. La razón principal es que China mantiene su sistema bancario nacionalizado, a diferencia de las diferentes regiones afectadas por la recesión, como EEUU y la Unión Europea.

Además China, al continuar con su tendencia al superávit, no tiene una dependencia de los inversores y acreedores del exterior, como ocurre en otras economías. Por lo que no existe un riesgo de que éstos se vayan del país, y este no pueda mantenerse por si solo.

El gobierno debe seguir actuando con precaución para mantener un efectivo control sobre los sistemas de crédito y las políticas monetarias en general. Sin embargo, también ha de seguir favoreciendo las inversiones, aunque sea de manera cautelosa, y buscando otros métodos de crecimiento y nuevos modelos de estímulo fiscal.

Aunque a largo plazo parece que la situación no es tan alarmante, si que podrán notarse sus efectos de una manera más inmediata. Si China ha de controlar su economía y hacer frente al crecimiento, tendrá que seguir basándose en su consumo interno e intentar reducir su dependencia del exterior. Esto quiere decir que la demanda será inferior a la de otros periodos, por lo que los socios comerciales de China sufrirán las consecuencias.

Por una parte, EEUU y Europa, que aunque debido a la crisis ya lo habían notado, verán sus transacciones comerciales disminuir aún más. Pero en especial, serán los nuevos mercados emergentes los que más sientan la desaceleración China, como India, Rusia o Brasil.

Parece que el gobierno chino está adoptando una posición adecuada, y si todo sale bien, aunque la tendencia seguirá siendo a la baja, podrá existir un atisbo de recuperación en los próximos años. Habrá que esperar hasta conocer los últimos datos.

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